QUE SON LAS TIERRAS RARAS - Parte 2.

En la primera parte pudimos hablar de lo que eran las tierras raras, de sus propiedades, y de cómo gracias a las mismas su implementación en múltiples campos y aplicaciones de todo tipo había hecho de estos elementos de la naturaleza una materia prima imprescindible en nuestra vida diaria, en la evolución tecnológica de nuestras sociedades modernas e incluso en la mejora de nuestro comportamiento ambiental.

Esta extensión en cuanto a aplicaciones y relevancia de las tierras raras no deja de ser, en todo caso, un riesgo más que relevante, habida cuenta de las dificultades e inestabilidad del suministro. Un riesgo que, en determinados casos, podría favorecer el traslado de un impacto ambiental excesivo a nuestro entorno, tal y como veremos ahora que ya está ocurriendo, aunque sea en otros países “ajenos” al nuestro.

En cualquier caso, los riesgos y el potencial impacto ambiental que estos minerales tienen sobre nuestro entorno deberían ser analizados siempre con todos los datos encima de la mesa, y ante todo con imparcialidad y alto grado de detalle, sopesando los aspectos positivos y negativos que existen a lo largo de todo el ciclo de vida de estas materias primas y sus aplicaciones, así como la realidad de su viabilidad técnica, económica y ambiental en cada etapa y en cada uso en concreto.

Tierras raras de Baotou (China) Museo Geológico de Hohhot- Mongolia Interior (China).
Fotografía gentiliza de Dr. Brend Gross en Wikipedia.


JUGANDO CON LAS TIERRAS RARAS

China es la principal productora de tierras raras en todo el planeta, concentrando el 95% de la producción de este tipo de minerales. Sin embargo, esto no es debido a un tema de recursos, ya que China no posee más que un 35% de las reservas mundiales de tierras raras, sino más bien a una cuestión de precios en la explotación y de un juego de poderes.

China es capaz de producir óxidos de tierras raras a precios muy baratos, precios derivados, según el gigante asiático, de las explotaciones ilegales y el mercado negro, que incrementan las cuotas planteadas por el gobierno chino para cada provincia. Cabe preguntarse también si estos precios además no tendrán algo que ver con un sistema de explotación en el que lo que prima es el rendimiento en la explotación sobre el impacto ambiental generado, ya que ni siquiera las explotaciones legales, amparadas por el gobierno chino, parecen seguir los principios más básicos de respeto y conservación ambiental. De las ilegales o del mercado negro ya ni hablamos.

Y es que el dinero es precisamente el mal de estos recursos minerales que, pese a ser escasos, juegan en desventaja frente a otros recursos más diversificados y de fácil acceso, por cuanto que, quien los explota en régimen de exclusividad, no observa los principios más básicos de respeto ambiental, primando sólo el beneficio económico. Con un margen de beneficios tan abultado, el juego con los precios, en un mercado de oferta y demanda muy desigual, está garantizado.


Gráfico de Evolución de precios de mercado para los distintos óxidos de tierras raras - Elaboración propia

En el caso de las tierras raras, el gigante asiático tiene el monopolio de la explotación y no parece querer perderlo. Así, curiosamente, cuando el mercado comienza a buscar alternativas de suministro (ya sea por explotación o por reciclaje) comienza a producirse un considerable incremento en la cuota de producción China que hace fluctuar los precios del mercado a la baja, con costes de explotación que difícilmente podría soportar cualquier otro país, lo que le hace virtualmente invencible a día de hoy.

Prueba de ello es ver cómo óxidos de tierras raras como el Europio (Eu) estaban en 2011 a 3.800 $/kg, cuando alcanzaron su pico, mientras que en 2016 cotizaba ya a 62 $/kg. De esta forma, la explotación in situ o el reciclaje dejan de ser rentables y China se garantiza la hegemonía por lo menos, y según dicen la mayoría de los expertos, hasta el 2.020.

Este doble juego en los precios se parece y mucho, si nos fijamos con detenimiento, al que se produce con otros recursos como el petróleo, moviendo sus precios de mercado en función del surgimiento de alternativas de diversificación como el fracking o del incremento en el rendimiento en la generación de biocombustibles y otras alternativas renovables.

Tierras Raras y Petróleo, un patrón muy similar de juego de los países hegemónicos para tirar por tierra alternativas de explotación o potenciales líneas de reciclaje o sostenibilidad.

Además de este juego en los precios, China hace valer su posición predominante, limitando las exportaciones. Y es que hace ya unos años que el gigante asiático se ha dado cuenta de que antes de exportar su materia prima, puede utilizar sus propios óxidos de tierras raras en la fabricación interna de productos de consumo de alto valor añadido y bajo coste de fabricación, que son los que desde hace tiempo realmente vende. De hecho, cuando pensamos en tierras raras importadas, no sólo tenemos que pensar en los óxidos derivados de estas, ya que estos representan un volumen notablemente inferior al que entra a través de productos terminados o componentes “made in China”.

Y precisamente este mismo juego de precios y de suministros es el que hace que el factor económico tenga que ser uno de los primeros a evaluar en el caso de plantear alternativas de explotación de estos recursos mineros fuera del gigante asiático, ya que sin viabilidad económica la primera que puede quedar perjudicada es la viabilidad ambiental y con ella la compatibilidad del proyecto con su entorno.

De no asegurar la viabilidad económica de las explotaciones podría sucedernos lo que ya les ocurre de forma recurrente en Estados Unidos con su explotación estrella de Mountain Pass, en California, que presenta fluctuaciones en su producción e incluso periodos de inactividad en función de los precios del mercado chino.

Fotografía de Mountain Pass . California. By AlanM1 en Wikipedia


UN OSCURO PROBLEMA AMBIENTAL.

En China la industria de las tierras raras ha cobrado tal importancia, que se ha convertido en uno de los seis mayores tejidos industriales del país. De hecho, en 2016 las cifras oficiales arrojaban una producción de 105.000 toneladas de tierras raras, una cantidad muy superior a la obtenida por el resto de países productores como Australia (10.000 t.), Estados Unidos (4.100 t.) o Rusia (2.500 t.). Esta cantidad, la oficialmente declarada por el gobierno Chino, se mantiene inalterada año tras año, y sin embargo los precios no hacen más que bajar por un exceso de oferta en el mercado, por lo que no es difícil percatarse de que muy probablemente sea muy superior a la declarada oficialmente.

Con una contabilidad oficial del consumo y de la extracción de recursos tan poco fiable, la presión creciente de un mercado negro subyacente en el país, y con un incremento del consumo interno de tierras raras para la fabricación de productos de valor añadido que se cifra en más de un 52% para los próximos cinco años, no es difícil darse cuenta de que las aproximadamente 55 millones de toneladas de tierras raras explotables que se cifran en el país tienen los años contados, y con ellos nuestro actual estatus de consumo a bajo precio.

China Rules. El dragón chino está quemando a marchas forzadas sus recursos.

Las alternativas al recurso chino tampoco son muchas. Además de las explotaciones en países como Australia, Estados Unidos, India o Rusia, que como hemos visto son escasas para suplir el suministro chino, el otro gran filón de tierras raras con potencial de explotación se encuentra en Brasil, otro país en el punto de mira del mundo desarrollado, pero que aún no ha comenzado a explotar este recurso más que de una forma testimonial. Las reservas en este país son fundamentalmente de monacita, y la presencia de elementos como el Torio (Th), radiactivos y con escaso uso a escala industrial, complican su explotación.

En el resto del globo, las reservas encontradas están mayoritariamente en estudio, pudiendo encontrar proyectos en países como la India, Thailandia, Canadá, Groenlandia, Noruega o el que dio origen a esta serie de artículos en España (donde hay reservas tanto en Castilla-La Mancha como en Galicia, aunque estas últimas ya quedaron descartadas por el IGME).

Es evidente pues que, hoy por hoy, tenemos que pasar por China. Y aquí es donde se produce una de las mayores paradojas ambientales que podamos encontrarnos: Si queremos mantener el “alto nivel de comportamiento ambiental” que tenemos en algunos puntos del planeta, con catalizadores, energías renovables o coches eléctricos, tenemos que mirar para otro lado y asumir que en otros sitios el impacto ambiental rozará lo obsceno.

A más verde nuestra economía, más negro el futuro ambiental en China.

Y es que la dimensión que ha adquirido el mercado de las tierras raras en China, y la forma que tiene este país de explotar los minerales que esconden estos tesoros, son los factores fundamentales que han hecho que las tierras raras se hayan convertido en el nuevo demonio ambiental del Siglo XXI. Un demonio del que todos queremos sus favores pero del que nadie quiere cerca su trono.

En China, la explotación de tierras raras está fundamentalmente distribuida entre las provincias de Mongolia Interior, donde se explota la Bastnasita y se extraen la mayor parte de los óxidos de tierras raras, la provincia de Catón o Guangdong, donde se explota monacita o xenotima, y de donde sale la mayor parte del Ytrio que se consume a escala mundial, y la provincia de Jiangxi, aneja a la anterior, donde lo que se explota es fundamentalmente laterita.

La más conocida es la provincia de Mongolia Interior, y más concretamente la región de Baotou. Esta región es conocida por sus reservar de hierro (470 millones de toneladas), de Niobio (Nb) (1 millón de toneladas), y de tierras raras (40 millones de toneladas, más del 70% del total de las reservas chinas), pero sobretodo es conocida porque la presión ejercida por todas estas explotaciones ha hecho que, según algunos, sea la zona más contaminada del planeta.

El principal problema es que la extracción de las tierras raras requiere de sistemas de separación, seguidos por tratamientos ácidos y/o básicos, ambos caracterizados por fuertes consumos de agua y de diversos productos químicos, muchos de ellos tóxicos o corrosivos. Además, la separación posterior de los óxidos requiere del uso adicional de disolventes para separar cada uno de los elementos de interés.

En el caso del Niobio (Nb) se requiere también de la extracción con disolventes, para su separación del famoso Tántalo (Ta), y posteriormente de tratamientos de reducción/oxidación con carbón a altas temperaturas (hasta 2.000ºC) para la obtención del metal puro. Además, recordemos que la zona es también rica en hierro, que a su vez se obtiene como metal puro mediante su reducción a altas temperaturas con carbono (coque), depurando con posterioridad la colada con caliza, que arrastra azufre, fósforo, manganeso y otros compuestos indeseables.

Al final de todos estos procesos, el agua contaminada, los productos químicos, las toneladas de rechazos generados en la depuración y extracción de los distintos materiales, entre ellos compuestos azufrados, volátiles e incluso radiactivos, así como las toneladas de emisiones procedentes de los procesos térmicos y de refrigeración, siendo visibles desde kilómetros de distancia los penachos multicolor de azufre y vapor de las fábricas, todos ellos sin tratarse ni controlarse conforme es debido, hacen de zonas como Baotou auténticos infiernos en la tierra.

Y es que en Baotou podemos encontrarnos la “perfecta” combinación de factores para generar el coctel de muerte que se precisa para batir el record mundial de despropósitos ambientales. En una misma zona podemos encontrarnos industrias de todo tipo (extractivas, químicas, siderúrgicas, metalúrgicas e incluso térmicas), surgidas como champiñones en poco más de una década y media, junto a zonas de cultivos y barriadas enteras de viviendas, todo ello combinado además con uno de los mayores lagos tóxicos del planeta en el que todas las industrias vierten y descargan sin control alguno todo tipo de vertidos y residuos. Un lago de aproximadamente 6,7 km2 (unas 674 Hectáreas), sobre el que no hace falta ser un lince para darse cuenta de que la estanqueidad no es su virtud más destacada.

Detalle del lago tóxico en Baotou (China) y sus dimensiones. En Google Earth.

Ahora bien, ¿tiene que ser la extracción de tierras raras un proceso tan tóxico?. Pues la verdad es que no es necesario, y de hecho lo suyo sería recuperar los flujos utilizados en cada una de las fases para reutilizarlos y permitir así generar un menor impacto ambiental y un ahorro de costes. Pero claro, esto implica una mayor inversión y una complicación añadida del proceso productivo y de su explotación, factores que suponen de inicio perder una rentabilidad rápida del producto extraído.

Prueba de esta compatibilidad ambiental podrían ser explotaciones como la de Estados Unidos, en California, en Mountain Pass. En esta instalación, con unas reservas estimadas en 2014 de 17,8 Tm de mineral, con una concentración en óxidos del 8,1%, todos los flujos de agua se llevan a la máxima recuperación, y los residuos obtenidos se inertizan y se depositan de manera controlada en vertedero. La fotografía aérea de Google Earth que os acompaño, en comparación con la de Baotou ya lo dice todo.

Mina de Mountain Pass en California – Estados Unidos, vista aérea en Google Earth.


ESTUDIANDO EL IMPACTO DE LAS TIERRAS RARAS.

Lo primero que hay que hacer para obtener nuestras preciadas tierras raras es extraer los materiales que tengamos en el terreno, y estos trabajos y su desarrollo dependerán con mucho de donde se encuentren y en qué estado se presenten los mismos.

El caso de los yacimientos Castellano Manchegos parece a priori, “el ideal”, ya que los materiales se encuentran a profundidades bajas, de entre 0,5 y 7 metros (la profundidad media es de 4,06 metros), por lo que en principio la extracción podría realizarse de una forma menos traumática para el entorno. Estos materiales presentan además unas densidades en fosfatos de 4,65 kg/l con concentraciones en tierras raras que van de los 2,25 kg/m3 a los 3,66 kg/m3, y que son el doble de las de otros yacimientos como el de Mountain Pass, por lo que se conseguirían mayores rendimientos en la explotación, consiguiendo mayor rentabilidad para la actividad.

Ahora bien, en este punto todo dependerá de cómo se plantee la extracción de los minerales, y de como de sensible sea el entorno y los hábitats afectados a la realización de actividades mineras como la propuesta. En este sentido, el planteamiento puede ser bastante complejo, y por desgracia no tengo la suficiente información técnica sobre el caso castellano manchego, por lo que las elucubraciones a realizar en este apartado irán en base a los datos de los que dispongo y de los documentos que sobre las alegaciones al expediente se encuentran a disposición pública. Recomiendo eso sí, la lectura de toda la documentación referida, por el alto grado de contraste que hay entre documentos de alto contenido técnico y documentos de carácter meramente propagandístico, de lavado de cara, o de alta carga política (en uno y otro sentido). Podéis echarles un ojo en el NEVIA a los expedientes PRO-CR-15-0539 (Rematamulas 1ª), PRO-CR-15-0540 (Rematamulas 2ª) y PRO-CR-15-0541 (Matamulas).

Respecto al entorno de la actividad, coincido con alguno de los organismos y ONGs consultados en que no puede dividirse el proyecto en mini-explotaciones, y que la extracción de tierras raras en la zona debe contemplarse como un único proyecto: Un proyecto ejecutado en diversos puntos, pero con una clara aparición de impactos que no sólo son comunes, sino que pueden llegar incluso a ser acumulativos o sinérgicos. De hecho, la aparición de diversas extracciones en distintos puntos cercanos coincidentes en el tiempo podría ser, por si misma, un aspecto ambiental negativo a evaluar, dada la posibilidad de que se produzcan fracturas en el entorno y en determinados ecosistemas.

Por otro lado, y como cualquier otro proyecto minero, deberá tenerse en cuenta que la extracción será progresiva, y que podrá fluctuar en el tiempo, o incluso realizarse en distintas etapas. No se va a actuar sobre las 98,69 Ha previstas de una sola vez, ni se van a extraer los dos millones y medio de toneladas de tierras en un solo movimiento, agotando de una vez todos los recursos hídricos de la zona, algo que parecen obviar algunos detractores del proyecto. El tiempo es de hecho uno de los factores que tanto promotores como detractores parecen obviar en buena parte de la documentación que he podido leer, y que es igualmente importante tanto para evaluar el impacto ambiental de la actividad durante la explotación, como para conocer sus consecuencias a corto, medio y largo plazo.

Me llama la atención también como, en algunas ocasiones, se habla de la proximidad de la actividad a determinadas zonas protegidas de diversa índole (ZEPAs, Red Natura 2000, LIFE Lince, etc.) o incluso de la potencial incursión de especies protegidas o en peligro de extinción en alguna de las áreas propuestas para la explotación, utilizando distancias de kilómetros como si fuesen escasos metros, u obviando el estado de partida de las distintas zonas propuestas. Y es que, si bien son de enorme relevancia muchas de las figuras que se nombran, la zona no está exenta de una transformación por una acción antropogénica considerable, fundamentalmente agrícola, aunque también hay otras actividades extractivas, ganaderas o incluso si nos ponemos, vías de comunicación como autovías o incluso el cercano aeródromo de La Perdíz (si aplicamos radios de 10 km o superiores, como algunos pretenden).

Por otro lado, reconozco que es lamentable que determinada documentación de referencia para estudiar el entorno, como planes de conservación o recuperación, o inventarios y catálogos regionales, entre otros, no estén debidamente actualizados o incluso que sean inexistentes. Sin embargo, esta desidia de los órganos competentes en el desarrollo de estos estudios no puede justificar, por si misma, ni la denegación ni la aprobación directa de la actividad.

El Aguila imperial Ibérica – Una de las especies en discordia dentro del proyecto de tierras raras. By Juan Lacruz - Own work, CC BY-SA 3.0

No hay que olvidar los principios de prevención y cautela, y evidentemente la protección de especies vulnerables o en peligro es prioritaria frente a cualquier proyecto, por muy estratégico que sea, pero la decisión debe tomarse sobre la base de una información adecuada, y nunca en ausencia de la misma, por lo que es de recibo exigir a las partes que se elaboren inventarios completos de flora y fauna de la zona del proyecto en un radio lógico, y que se haga una evaluación detallada y rigurosa de los potenciales impactos y de su compatibilidad con el entorno.

De hecho, yo iría más allá, y si es cierto que existen especies en peligro de extinción anidando en la zona, o que puedan correr peligro por la actividad de la mina, no sólo sería cuestión de impedir total o parcialmente la misma, sino que habría que actuar sobre la acción del hombre en general y el resto de actividades que pudieran afectar a esta protección.

Por otro lado, y bajo mi punto de vista, a la hora de establecer la viabilidad del proyecto, habrá que tener en cuenta que el proyecto haya integrado adecuadamente la prevención ambiental, mediante un adecuado estudio y evaluación de todos los potenciales impactos ambientales, directos o indirectos, así como los generados en el corto, medio y largo plazo, promoviendo siempre la minimización de los distintos aspectos ambientales y la remediación de aquellos que no haya sido posible evitar.

En materia de restauración, por ejemplo, parece evidente que el proyecto debería pasar por un planteamiento de minería de transferencia, pues sería la opción que menor impacto ambiental presentaría, permitiendo además una recuperación progresiva del entorno. Este tipo de minería, lo que viene a plantear es una extracción progresiva del recurso, en la que la cavidad producida en la explotación se recupera con la transferencia del material de apertura de corta, buscando siempre la reutilización de suelos y áridos de la propia explotación y, sobre todo, la recuperación de los horizontes de lavado y precipitación del propio suelo afectado (horizontes A y B).

En este sentido el proyecto parece acudir a este tipo de técnica de explotación, y de hecho cuenta con el informe favorable de minas, pero habría que ver hasta qué punto la técnica de explotación, la extensión del proyecto y sobre todo, las zonas de afección, son compatibles con zonas sensibles a la actividad. Por otro lado, muy pocos han tenido en cuenta, a la hora de “criticar” el proyecto y su modelo de explotación, si el tipo de escombros y de rechazos que genera la actividad de extracción y concentración de tierras raras son compatibles con este modelo. Habría que ver si estos residuos son susceptibles de generar lixiviados o de concentrar determinados contaminantes peligrosos, o si requerirán de intertización final, como ocurre en el caso de Mountain Pass.


Y es que, si bien hasta aquí el impacto podría ser similar al de cualquier otra actividad minera, hablando de la extracción, no podemos obviar por ejemplo, que la explotación de este recurso supone la liberación al medio de una cierta cantidad de radiactividad, que no se da en otros casos. Este es, bajo mi punto de vista, otro de los aspectos relevantes a tener en cuenta en la explotación de la Monacita Gris. Y es que este mineral se acompaña de una cierta presencia de materiales radiactivos como el Torio (Th) y el Uranio (U), y pese a ello, resulta curioso cómo se realiza el planteamiento tanto por empresa como por organismos públicos y organizaciones, visto desde fuera:

Por un lado, el CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) observa en su informe potenciales impactos radiológicos para los trabajadores, las personas y el medio ambiente, pero circunscribe su actuación al proyecto que se remita desde industria. Como si las consultas en temas ambientales no le mereciesen interés o relevancia.

Mientras tanto, la empresa, en diversas publicaciones en prensa escrita, ha venido a indicar que la radiactividad media de sus muestras de monacita gris era de 0,066 µSv/hr, lo que supondría una exposición media por trabajador de 7,92 mSv/año, considerando que esta exposición era baja y sin “riesgo ambiental debido a sus prácticamente inexistentes contenidos radiactivos”.

Destacar que la Instrucción IS-33 del CSN, sobre criterios radiológicos para la protección frente a la exposición a la radiación natural, de referencia para este caso, establece un valor de 6 mSv/año como valor de dosis efectiva para los trabajadores, cuya superación requerirá de la adopción de un nivel alto de medidas correctoras y de control. En el caso del público en general, esta misma norma establece un valor de 0,3 mSv/año, sobre el nivel de fondo, un nivel este último que habría que comprobar mediante los correspondientes estudios de dispersión. Resulta llamativo, sin embargo, que de este tema sea poco lo que trata prácticamente ninguna de las múltiples alegaciones y escritos planteados.

Como hemos visto, en un primer repaso muy rápido del proyecto, la extracción no está exenta de problemáticas ambientales que habría que evaluar en detalle y sobre las que habría que plantear soluciones reales. Pero si esta etapa nos parece difícil, tenemos que pensar que lo que extraeríamos de tierras manchegas no tiene más que unos 3 kilos del material que queremos por cada metro cúbico, por lo que si queremos optimizar su transporte y facilitar su posterior extracción, tenemos que proceder a su concentración in situ.

Y aquí es donde tenemos el otro caballo de batalla: La concentración y purificación de los fosfatos en la mina, y su posterior lixiviación y extracción en los procesos de obtención de tierras raras que, sin los debidos diseños y sistemas de recuperación, pueden tener un alto potencial contaminante y un fuerte consumo de recursos naturales, generando un potente impacto fundamentalmente en los recursos hídricos.

En la mina el proceso que se sigue es un proceso de concentración física, aprovechando las diferencias de densidades para lograr separar los distintos minerales. Para ello se utilizan sistemas de separación por flotación o gravedad.

El uso de uno u otro sistema dependerá de la diferencia de densidades o gravedad específica que haya entre el mineral y la ganga (o desecho). Si la diferencia, también llamada criterio de concentración, es importante, se usa un sistema de separación gravimétrica o por fuerzas centrífugas, mientras que si la diferencia es escasa, se usa el sistema de flotación.

El sistema de flotación suele ser visto como el último recurso, puesto que requiere de un mayor uso de productos químicos y presenta un mayor coste, pero a cambio obtiene un mejor rendimiento. También es utilizado, en ocasiones, como complemento a una preconcentración por gravimetría, permitiendo obtener de esta forma los mejores resultados.

En el caso de la monacita gris (con una gravedad específica de 5,2) frente a la obtenida en otros minerales como las pizarras dentro del propio yacimiento manchego (con gravedades de 2,76), se obtiene un criterio de concentración muy próximo al considerado como óptimo para el uso de sistemas por gravedad (fijado en 2,5), por lo que la concentración por gravedad es la normalmente utilizada, tal y como de hecho confirma el propio proyecto castellano-manchego.

Para llevar a cabo dicha separación, lo más habitual es utilizar mesas de sacudidas, espirales o incluso concentradores centrífugos para la concentración de las tierras raras, pudiendo alcanzar niveles de concentración de monacita como los que afirma obtener el propio proyecto castellano-manchego, de hasta el 55% de óxidos de tierras raras en esta primera etapa (concentraciones superiores al 80% de monacita gris).

En cualquiera de los casos lo que siempre se requiere es de un medio de transporte para las partículas de mineral, que normalmente suele ser el agua, y en cantidades significativas. Por otro lado, en aquellos casos en los que se trabaja con medios densos, suele ser preciso diluir o suspender en el agua distintos materiales y productos para jugar con su densidad (aunque no parece que sea el caso de la minería propuesta para Castilla-La Mancha). Esto implica un elevado consumo de agua. Un agua que además queda contaminada por partículas disueltas y en suspensión, por lo que deberá tratarse antes de su vertido.

Agua y mineria, una asignatura pendiente en muchos casos.

El uso del agua en esta primera etapa parece ser precisamente uno de los principales problemas de Quantum en la propuesta técnica realizada de inicio, y una de las líneas que una más firme oposición ha encontrado por parte del órgano competente, para mi gusto con una excesiva parcialidad.

Con un uso de 55 m3/h (unos 310.000 m3/año en total) la Confederación Hidrográfica del Guadiana ya denegó en septiembre de 2015, por incompatibilidad con el Plan Hidrológico de Cuenca, la posibilidad de suministro desde el Embalse de la Cabezuela, tal y como pretendía inicialmente la actividad, estando aún pendiente desde entonces el recurso de reposición presentado por la empresa.

El Embalse de la Cabezuela, del que pretendía en 2015 la actividad tomar agua, es un embalse de 43 Hm3 de capacidad, que ha demostrado con el paso del tiempo que sus recursos hídricos, fundamentalmente para abastecimiento, pesca y navegación, presentan un claro declive año a año. De hecho, cuando la actividad solicitó su enganche a este recurso, el agua embalsada rondaba los 34 Hm3. En la actualidad el embalse no cuenta con más de 16 Hm3 de agua embalsada.

Si bien es cierto que un consumo anual de 0,31 Hm3/año no parece un uso prohibitivo de las aguas embalsadas, no menos cierto es que el recurso no pasa por sus mejores momentos, y que ni siquiera puede garantizarse un suministro a futuro, por lo que de entrada hay que considerar que el acierto de la empresa a la hora de solicitarlo fue escaso. Ahora la pregunta es, ¿de dónde saldrá el agua que necesita la actividad para concentrar el material?, ¿será viable la extracción del acuífero tal y como parece que se ha dicho?,¿de qué acuífero?

Tampoco parece, a tenor del escrito emitido, que dicho organismo esté muy por la labor de autorizar ningún tipo de vertido a cauce público, a pesar de que se supone que la minera cuenta con una planta de tratamiento de aguas, y que no es previsible que dichas aguas dispongan de una carga contaminante elevada. En este punto sí que parece que el citado organismo dicta más con el corazón que con la cabeza, pues en un primer vistazo del proyecto no parece que exista mucho fundamento para la prohibición.

También es cierto que quizás el concepto en el uso del agua y su posterior tratamiento por parte de la minera no esté muy acorde con las capacidades de suministro y absorción del entorno, vistos los consumos realizados, y teniendo en cuenta las características del proceso. En este punto, sería interesante proponer y exigir que se proponga algo más que un sistema de depuración al uso, acudiendo al diseño de algún sistema alternativo de recuperación que permitiese un uso óptimo de este recurso.

Ahora bien, con la etapa de concentración llevada a cabo en la mina sólo se consigue eso: concentrar los fosfatos de tierras raras, la monacita gris, permitiendo unos costes de transporte más adecuados. De ahí a la obtención final de los preciados elementos hay otros dos pasos importantes que implican la realización de un ataque hidrometalúrgico (usando ácidos o bases, en función de la ruta seleccionada en cada caso), para conseguir los óxidos de tierras raras, y el uso de disolventes específicos para conseguir separar entre si cada uno de los óxidos que se requieren.

En el ataque hidrometalúrgico o beneficio químico lo que hacemos es atacar el mineral con ácidos fuertes (del tipo clorhídrico o sulfúrico), en ocasiones en combinación con otros productos para mejorar la lixiviación. El proceso requiere además del aporte energético tanto para la propia reacción en caliente con los ácidos, como para la posterior calcinación de las muestras obtenidas, así como de la utilización de bases fuertes para posteriores reacciones como la neutralización.

Este ataque hidrometalúrgico permite obtener sales de tierras raras (sulfatos o cloruros), pero en su camino deja emisiones a la atmósfera de carácter ácido (SH, SO2, etc), y/o residuos líquidos con una concentración elevada de elementos radiactivos como el torio o el uranio, así como la presencia de otros contaminantes como los metales pesados, que de no ser tratados adecuadamente, pueden suponer un problema ambiental grave.

Pero además del ataque hidrometalúrgico es preciso realizar una separación de cada una de las tierras raras para lo cual se suelen llevar a cabo reacciones de oxidación / reducción selectiva de elementos, así como procesos de intercambio iónico, normalmente combinados con la posterior extracción con solventes de diverso tipo. Estos procesos terminan por generar emisiones de compuestos orgánicos, así como rechazos que forman parte igualmente de un coctel de vertido que, de no ser tratado debidamente, puede generar un problema ambiental grave.

Estos procesos químicos no se suelen llevar a cabo in situ, salvo en el caso chino, siendo normalmente fábricas especializadas las que los realizan (como la que Solvay tiene en Francia). Por otro lado, no escapará a la comprensión del lector que estos procesos también consumen altas cantidades de agua y productos químicos, más aún en aquellos casos en los que la recuperación de recursos y la depuración de flujos no sea una prioridad para la empresa.



De hecho, estos procesos de extracción de los óxidos de tierras raras son, para que el lector sea consciente, los que generan el mayor impacto sobre el entorno en cuanto a la toxicidad y problemática ambiental que llevan vinculada. Estos procesos de extracción, junto con el resto de vertidos tóxicos asociados a la explotación y fundición mineral en la zona, son lo que han hecho tristemente famoso al lago Baoutou en China, conocido como una de las zonas más contaminadas del planeta.

Comentarios

  1. Se confirma al final. Las Tierras Raras terminan siendo ambientalmente incompatibles con el entorno natural de la zona de Torrenueva (Ciudad Real) y así lo declara en la DIA que publica la Resolución de 26 de octubre de 2017 publicada hoy en el DOCM. Me queda un agrio sabor de boca en este trámite visto cómo ha ido evolucionando todo. ¿Y vosotros qué opináis?

    http://docm.jccm.es/portaldocm/descargarArchivo.do?ruta=2017/11/07/pdf/2017_13014.pdf&tipo=rutaDocm

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