ALMACENANDO ENERGÍA (I): Guardando el calor.

Molinos en la niebla. Fuente de origen: propia.
Uno de los principales problemas de las energías renovables más extendidas, fundamentalmente la solar y la eólica, es que su generación depende de la presencia del recurso en sí mismo, un hecho que presenta estacionalidad e inestabilidad, fluctuando mucho en términos de capacidad de generación en función de condicionantes externos, y sin tener por qué coincidir con el consumo que hace el usuario final de la energía. 


Esta falta de control sobre el suministro del recurso, razón principal del problema, hace que el aprovechamiento de las principales energías renovables sea deficitario y que, en cualquier caso, no puedan plantearse como verdaderas alternativas a las energías clásicas, no renovables, que hoy por hoy disponen del recurso a su antojo y funcionan a demanda.

Y esta es la razón por la que muchos expertos en la materia concluyen que el verdadero desarrollo de las energías renovables, como una auténtica alternativa energética, pase necesariamente por el desarrollo de sistemas de almacenamiento de la energía.

O aprendemos a controlar la radiación solar, la presencia de nubes y la generación de viento, sin ser dioses, o aprendemos a almacenar toda la energía que tenemos el potencial de generar con estos recursos para utilizarla cuando la necesitemos.

De hecho, si bien es cierto que, como defienden muchos, no todas las energías alternativas son tan fluctuantes o estacionales, pudiendo adaptarse alguna de ellas a la demanda al igual que los modelos de generación tradicionales, el problema es que el mix eléctrico por lo general depende fundamentalmente de la energía eólica (en España un 23% aproximadamente) y la hidráulica (un 13%), seguidas por la solar (en España un 7.5%), y en este mix la inestabilidad debida a la generación por renovables es manifiesta.

Por otro lado, no es que no existan formas y medios ya inventados para almacenar energía. Sencillamente es que el almacenamiento de energía a gran escala ha sido siempre un área de la generación abandonada por unos gestores eléctricos que preferían hacer fluctuar la generación en función de la demanda antes que buscar alternativas para compensar ese consumo fluctuante mediante sistemas de almacenamiento que, se quiera o no, siempre tendrán un rendimiento menor que la generación directa.

En cualquier caso,  atendiendo a la necesaria proliferación de las energías renovables, y a un consumo que sigue siendo muy fluctuante y que además continúa creciendo año tras año, almacenar energía es una necesidad cada día más acuciante a la que la sociedad moderna debe enfrentarse cuanto antes.

Desde el punto de vista técnico, este almacenamiento de energía puede llevarse a cabo mediante tres formas, fundamentalmente:
  1. En procesos de generación térmicos, almacenando energía térmica (calor) directamente del sistema para poder generar energía eléctrica cuando el suministro de térmica original no esté disponible.
  2. Transformando la energía eléctrica en energía potencial y almacenándola en algún sistema que nos permita su posterior recuperación.
  3. Transformando la energía eléctrica en energía química y almacenándola igualmente en baterías, convertida en combustible, etc.

ALMACENANDO EL CALOR.

Espejos de concentración solar - Fuente propia
La energía solar presenta una clara fluctuación diaria y una estacionalidad más o menos marcada según su ubicación geográfica, algo que le obliga a ser mas o menos productiva o incluso a efectuar paros diarios en su generación.

Este problema es especialmente grave en el caso de la energía solar térmica, ya que esta fluctuación podría suponer paros diarios en la producción que un proceso así no se puede permitir, no sólo desde el punto de vista de la pérdida de generación, sino por los problemas de mantenimiento que esto supondría (congelaciones, atascos, etc), un problema que se solventa en muchas ocasiones hibridando la planta con un sistema de generación con gas natural, habitualmente calderas para calentar el fluido caloportador.

Sin embargo, estos sistemas de hibridación de las plantas con combustibles fósiles no renovables terminan por suponer ratios superiores al 25% de la generación de las plantas, lo que en muchas ocasiones ha propiciado el rechazo de ciertas organizaciones y el  recelo de algunas administraciones.

Pero, ¿por qué no almacenar el calor que se genera durante el día y, en lugar de utilizar un combustible fósil, utilizar este calor para generar energía cuando no se dispone del recurso renovable original?.

Este es precisamente el principio que ha seguido alguna de las nuevas centrales termosolares que han surgido en la última década, y quizás una de las razones del nuevo impulso que han tenido en los últimos años determinados sistemas y líneas de investigación para el almacenamiento de energía térmica (calor), hasta ahora abandonadas debido a que siempre es más rentable y eficiente generar calor a partir de fuentes de energía primaria que almacenarlo.

De hecho, alguno de estos sistemas de almacenamiento de calor, ya se han vuelto imprescindibles para determinadas centrales, que consiguen alcanzar la generación de energía renovable continua (24 horas) gracias al almacenamiento de calor a escala industrial.

¿Cómo podemos almacenar el calor?

El calor puede almacenarse de tres formas distintas, ya sea como calor sensible (incrementando la temperatura del medio elegido para almacenarla), como calor latente (haciendo que cambie de estado un material concreto), o utilizando el calor para favorecer una reacción química reversible de la que luego puede aprovecharse el calor desprendido en su inversa.

Hasta el momento han triunfado en el mercado los sistemas de almacenamiento en forma de calor sensible en medios líquidos o fluidos, o lo que es lo mismo, almacenar calor calentando un fluido para guardarlo y disponer de el cuando se le necesita. Esto ha sido así gracias a la existencia de un mayor conocimiento y control de estos procesos, lo que hace que su diseño y construcción sea más fácil y asequible comercialmente, y por lo tanto tenga un menor coste.

En el caso de las centrales termosolares, el fluido caloportador normalmente utilizado es un aceite térmico preparado específicamente para trabajar a unas temperaturas lo suficientemente altas como para que permitan mejorar la eficiencia en el ciclo de potencia. Este aceite térmico (HTF) consiste habitualmente en una mezcla de dos hidrocarburos aromáticos derivados del benceno (el bifenilo, al 26,5%, y el óxido difenílico, al 73,5%). 

El problema con este fluido, de cara al almacenamiento de calor, es que el HTF tiene una elevada presión de vapor, por lo que su almacenamiento en caliente encarecería las instalaciones necesarias, que tendrían que diseñarse a presión, unido a que su relación calor latente y densidad no es la mejor (con un calor latente de 2.52 kJ/kg K contra una densidad de 690 kg/m3, que nos daría una relación de 1738 kJ/m3 K)

Para solventar este problema las centrales termosolares han buscado otros materiales para el almacenamiento térmico, tendiendo en la actualidad a la utilización de las conocidas como "sales solares", una mezcla eutécnica de nitratos, que suele estar compuesta en un 60% por NaNO3 y en un 40% por KNO3, y que se calienta mediante intercambiadores (sal - aceite) con el HTF en los momentos de máxima radiación. 

Estas sales ofrecen una buena combinación de características, como son, una alta densidad, una baja presión de vapor, un calor específico moderado - alto, una relativamente baja reactividad química en unas condiciones de funcionamiento adecuadas, y ante todo un muy bajo coste, ya que son materiales de alta disponibilidad (aunque sólo "llenar" el sistema con las aproximadamente 28.000 Tm de sales que lo forman puede salir ya por unos 20 millones de euros).

De hecho, estas sales, además de eliminar el problema de la presión de vapor, que se daba con el HTF, presentan una mejor relación entre densidad (1899 kg/m3) y calor específico (1.45 kJ/kg K), lo que nos daría una relación de 2753 kJ/m3 K, superior al HTF.

Esquema figurativo representando los flujos
de un campo con un sistema de almacenamiento de sales
(Elaboración propia)
Las sales en los sistemas termosolares se encuentran en forma de sales fundidas (molten salts), que funcionan como un líquido con temperaturas de operación que podrían estar entre los 260ºC y los 550ºC (teóricos). 

El sistema habitualmente utilizado es el de circulación entre dos tanques  de sales fundidas, uno de "sales frías" y otro de "sales calientes", que acumulan o ceden el calor mediante un intercambiador.

Así, durante las horas de radiación solar (flechas rojas del esquema), el campo solar va cargando el sistema de sales con calor mediante un intercambiador en el que el aceite térmico cede temperatura a las sales que provienen del tanque de sales frías para luego conducirlas a un tanque de almacenamiento en caliente. 

Al caer la radiación solar (flechas azules), el campo se desconecta y la fuente de energía son las sales almacenadas en el tanque de sales calientes, que ahora circularán en sentido contrario para calentar el aceite térmico y generar energía.

De esta forma, el almacenamiento en sales fundidas presenta la posibilidad de ampliar la capacidad de generación hasta en 7 horas (aproximadamente).

A futuro una de las tendencias podría ser la de eliminar el HTF como fluido de transferencia de calor, dado su rango de temperatura y la problemática que se da en su manejo, que en muchas ocasiones tiene una fuerte componente ambiental, sustituyendo el mismo por el uso de sales solares en sistemas mejorados que permitan incrementar el campo solar, mejorar la eficiencia en el almacenamiento del calor, eliminar intercambios de calor intermedios y alcanzar mayores rendimientos de generación, para lo cual deben conseguirse:
  • Nuevos materiales que puedan almacenar calor a temperaturas superiores a las actuales (algunos ya están incluso alcanzando los 1200 ºC).
  • Nuevos materiales o mezclas que sean menos corrosivos, presenten una mayor estabilidad térmica y un punto de fusión más bajo.
  • Nuevos sistemas de generación termosolar habilitados para el uso de sales directamente y la operación a mayores temperaturas.
  • Nuevas configuraciones de generación, con hibridaciones con biomasa o ciclos combinados que permitan complementar la generación termosolar y alcanzar mayores rendimientos.

De alcanzar estos logros, los mayores rendimientos en la generación de energía obtenidos harían que los costes asociados  a la generación termosolar pudiesen incluso disminuir por debajo de la mitad (según cifran algunos expertos), algo que incrementaría considerablemente la competitividad de esta tecnología, pasando de los objetivos de los proyectos actuales de 0.08 €/kWh de electricidad producido, a un coste de 0.04 €/kWh.

Esta es la razón por la cual ya están trabajando en esta opción  centros tecnológicos como el CENER (Centro Nacional de Energías Renovables) que coordina un proyecto internacional para validar un modelo de simulación en centrales cilindro-parabólicas para el uso de sales fundidas, la Agencia Italiana para las nuevas tecnologías, la energía y el medio ambiente (ENEA), en el mismo empeño, o Proyectos Europeos como HYSOL, comandado por Cobra (Grupo ACS) en Castilla-La Mancha, cuyo objetivo es la ejecución de un lazo de prueba de 2,5 MW térmicos alimentado con sales e hibridado con un sistema de generación con biomasa. 

Tanque de sales en central termosolar (foto de BINE: Energy research)

Pero las sales fundidas no parece que sean la única alternativa ni la más ideal para el almacenamiento térmico, ya que siguen suponiendo un coste elevado en la inversión inicial necesaria (casi un 15% de la inversión total) sin llegar a evitar la necesaria hibridación de la planta, y plantean aún retos en su uso como son su solidificación a bajas temperaturas, el desgaste y la fatiga de materiales por el choque térmico que se produce, o la corrosión debido a las altas temperaturas. En esta línea surgen en la actualidad alternativas mucho más interesantes que incluso  plantean inversiones por debajo de los 20 Euros por kW de capacidad de almacenamiento útil.

Una de estas propuestas está basada en el almacenamiento del calor como calor sensible en matrices estáticas sólidas, por las que se hace circular el fluido caliente para que se "carguen y descarguen" en función de las necesidades de la planta, evitando así la circulación del fluido entre dos almacenamientos (frio / caliente), y los caros sistemas que esto supone en cuanto a bombas, tuberías, intercambiadores, tanques e incluso traceados eléctricos.

Para esta alternativa se usan materiales con la mejor relación entre calor específico y densidad, que acepten elevados saltos térmicos y que presenten además un coste de inversión bajo.... y en esta vertiente parece que los "hormigones" podrían ser el futuro desde que el Centro Aeroespacial Alemán (DLR), un pionero en estas tecnologías, empezase a demostrar la viabilidad de sus módulos de almacenamiento de 20 m3, en sus pruebas realizadas en Andasol (España), incluso por delante de otros materiales como el cerámico (con una capacidad de almacenamiento un 20% mayor y un 35% más de conductividad).

La idea es utilizar un hormigón de alta densidad, llamado así quizás más por su aspecto que por su propia composición, con cargas y agregados que le permitan tener una serie de propiedades interesantes como son un elevado calor específico (con mínimos de 0.85 KJ/kg.K, que además aumentan con la temperatura), y una alta densidad (de 2200 kg/m3 o incluso superior), y conductividades térmicas de  hasta 1,5 W/m.K. De hecho, si nos fijamos, el hormigón presentaría mejores cualidades como sistema de almacenamiento que el propio HTF con una relación calor específico y temperatura de 1870 kJ/m3)

Este sistema de almacenamiento, mediante hormigón de alta densidad, una vez superado su arranque o calentamiento inicial (en el que las temperaturas deben ser cuidadosamente controladas para evitar colapsos de la estructura), ha demostrado tener un buen comportamiento mecánico y térmico, siendo un sistema de alto interés para su aplicación en almacenamientos térmicos entre 300ºC y 400ºC (como los empleados en termosolar).

El sistema, en todo  caso, sigue requiriendo de grandes cantidades de hormigón para cubrir una demanda de una termosolar de unos 1.100 Mwh de almacenamiento, con cerca de 50.000 m3 de hormigón, aunque los costes caen por debajo de lo requerido para el almacenamiento en sales fundidas, resultando en una tecnología más competitiva.

La tendencia en la actualidad está en la mejora del diseño de la matriz de almacenamiento, optimizando aspectos como su dimensionamiento, la disposición y número de los tubos de carga, el diseño de sistemas para un adecuado control de las cargas y descargas, o la composición de estos hormigones, quizás una de las áreas donde más se está mejorando actualmente, utilizando para los mismos nuevos compuestos añadidos y cargas, entre los cuales se cuenta con una serie de materiales de cambio de fase (PCM, según sus siglas en inglés), agregados al hormigón a través del uso de materiales de alta porosidad, y que podrían favorecer las fases de carga y descarga del calor, además de incrementar su control.

Precisamente, estos materiales de cambio de fase (PCM) son, por sí mismos, una de las soluciones que se está evaluando en materia de almacenamiento de calor, y que con anterioridad se ha denominado como almacenamiento en forma de calor latente.

Y es que la energía que se consume en el cambio de fase, de sólido a líquido, o de líquido a gas, más conocida como calor latente de la materia, es superior a la que habitualmente es necesaria para elevar la temperatura de la misma, un fenómeno que en el caso de los materiales de cambio de fase (PCM) es aún más acentuado, y que se produce sin las problemáticas variaciones de temperatura que se dan en los almacenamientos como calor sensible.

La cantidad de energía que es necesaria para que un cubito de hielo se derrita en nuestra bebida fría sería la equivalente a la que se precisaría para elevar a 80ºC esa misma cantidad de agua, una energía nada despreciable.

El estado del arte en este tipo de materiales está mucho más desarrollado para aplicaciones de baja y media temperatura que para las altas  temperaturas que se precisarían en el campo del almacenamiento energético (termosolar). Sin embargo, este tipo de almacenamiento, según muchos expertos, también podría reservar buenas sorpresas para este sector, y de hecho, actualmente ya se están estudiando diversos materiales, entre los que se encuentran sales de fluoruros, cloruros, sulfatos o nitratos hidratadas,  o combinaciones de las mismas, que podrían dar una respuesta a este modo de almacenamiento. 

Planta piloto para el almacenamiento térmico en sales de cambio de fase.
En C.T. Carboneras (España) 14 t de NaNO3 con cambio de fase a 302ºC
Hidden Energy Storage , by DLR.

En la selección de los materiales de cambio de fase, a la hora de utilizarlos como sistemas de almacenamiento de energía térmica a altas temperaturas, es importante tener en cuenta dos factores esenciales:
  • La capacidad de almacenamiento de calor, que viene dada por el volumen de material almacenado y el calor latente del mismo, y
  • La potencia térmica disponible, que vendrá dada por el coeficiente global de transmisión térmica (en función de la conductividad térmica del material) y el salto de temperatura.

En este sentido, si bien los materiales de cambio de fase presentan una densidad energética mayor que los sistemas vistos hasta el momento de almacenamiento como calor sensible, y por lo tanto son capaces de almacenar mayor cantidad de energía en un menor volumen de material, presentan un problema crucial en su capacidad de transferencia térmica.

Y es que el coeficiente de transferencia de calor  de los materiales PCM utilizados hasta el momento viene a estar dominado fundamentalmente por el estado sólido del material, por lo que el mismo material al enfriarse bloquea la transferencia de calor desde el líquido, un problema que hoy por hoy sigue siendo el principal obstáculo para el desarrollo efectivo y la aplicación de esta tecnología.

Incrementar la potencia térmica disponible es pues el reto a superar para el uso de los materiales PCM, y en este sentido ya hay lanzadas varias líneas de trabajo buscando soluciones a través de la combinación de materiales PCM con fluidos de transferencia de calor, su encapsulación en medios conductores, la creación de composites de matrices con base de carbono, o incluso la realización de cambios en el diseño de los sistemas de almacenamiento que permitan un incremento en la disponibilidad de energía (aunque estos últimos podrían suponer un incremento en los costes de implementación).

Planta Solar de tecnología de torre de SOLUCAR PS10. Gentileza de afloresm.

Como alternativa a lo expuesto hasta el momento, y puesto que como hemos visto, nos queda una tercera línea de almacenamiento de calor (según lo comentado anteriormente), hablaremos del almacenamiento químico, en lo que se podría denominar como "pilas termoquímicas", que lo que hacen es aprovechar la energía desprendida o acumulada en las reacciones químicas reversibles que se producen entre ciertos elementos.

Este almacenamiento se puede llevar a cabo de diversas formas, y en principio cualquier reacción exotérmica reversible podría ser objeto de desarrollo de un sistema de almacenamiento térmico, aunque en este punto hay que tener en cuenta que su selección deberá contemplar aspectos como:
  • La cinética de la reacción, un factor relevante junto con la conductividad térmica del material, ya que ambos deberán permitir una rápida recuperación de la energía almacenada.
  • El rendimiento alcanzado en la carga y descarga del sistema.
  • La aparición de reacciones paralelas que puedan degradar los productos químicos o generar subproductos indeseados, uno de los principales problemas en este tipo de almacenamiento de energía.
  • La temperatura termodinámica de reacción y la entalpía (o cantidad de energía absorbida y cedida por el sistema), parámetros que marcan la adecuación del sistema seleccionado al de generación o al de consumo posterior.

Existen muchos estudios basados en la disociación térmica (termolisis) de un compuesto dado, la descarbonatación o la deshidratación de compuestos, basados todos ellos en, mediante el calor y en ciertas condiciones de presión,  generar dos compuestos separados, que pueden almacenarse independientemente, para ser utilizados con posterioridad en una reacción reversible que vuelve a generar el primer compuesto original liberando la energía acumulada.

En almacenamiento termosolar se están estudiando procesos como: 
  • La deshidratación del hidróxido cálcico para dar óxido de calcio mas agua, un sistema que tiene una temperatura termodinámica de 507ºC y una entalpía de reacción de 104,2 kJ/mol (una capacidad de almacenamiento de cerca de 1.5 MJ/kg), lo que lo hace muy atractivo para centrales termosolares cilindro-parabólicas, aunque presenta un problema por su reactividad con el CO2, que le obliga a llevar a cabo la reacción en atmósferas inertes.
  • El cambio de estado de oxidación del manganeso, de Mn2O3 a Mn3O4 mas oxígeno, un sistema que tiene una temperatura termodinámica de 980ºC que podría ser aplicable a centrales termosolares de torre, a pesar de tener una capacidad de almacenamiento menor.
  • El uso de determinadas sales de amonio y su disociación térmica también parece que podría presentar cierta utilidad e interés para las centrales termosolares cilindro-parabólicas, con temperaturas termodinámicas que estarían entre los 310ºC y los 450ºC, y capacidades de almacenamiento de 2000 KJ/kg o incluso superiores. 
  • Ciertos procesos de carbonatación, como el del propio calcio que anteriormente hemos comentado, y que de buscarse como sistema de almacenamiento tiene una entalpía de formación de 178.3 kJ/mol, aunque para temperaturas cercanas a los 900ºC.

Mención aparte merecen los titánicos esfuerzos que se están haciendo a escala internacional por la producción de hidrógeno y su aprovechamiento en sistemas de generación como las pilas o celdas de combustible, un área tecnológica que daría ya de por sí para un par de artículos de los míos.

En esta línea entran también los sistemas que pretenden encontrar en la disociación del agua por termólisis un prometedor sistema para la generación de hidrógeno que sirva como medio para el almacenamiento de energía térmica en sectores como el termosolar. 

Para ello se han estudiado multitud de ciclos termoquímicos con aplicaciones solares, involucrando la mayoría de ellos óxidos metálicos, como el Zn, aunque en esta tecnología el reto sigue siendo encontrar sistemas para el almacenamiento estable de hidrógeno a grandes volúmenes que además sean económicamente viables.

En cualquier caso, el aprovechamiento de estos ciclos termoquímicos aportaría una serie de ventajas frente a las anteriores alternativas (almacenamiento como calor sensible o latente), entre las que se cuenta con:
  • Una alta densidad de energía, muy superior a las soluciones vistas hasta el momento, o lo que es lo mismo una mayor capacidad de almacenamiento teórico de energía por unidad de volumen, debido a que las reacciones químicas generadas en la reacción inversa son mucho más energéticas.
  • La posibilidad de almacenar a largo plazo, e incluso a temperatura ambiente, los compuestos o elementos disociados, una vez enfriados, sin que por ello se produzca una pérdida de energía, algo que además permitiría incluso el "transporte de la energía" a largas distancias.

Queda ahora demostrar la estabilidad de estos sistemas y su escalabilidad a un formato industrial real que permita almacenar las cantidades de energía que requieren los sistemas de generación a gran escala. 

De entre los principales problemas para su aplicación estos son los retos a los que la tecnología termoquímica tendrá que hacer frente en los próximos años:
  • La conductividad térmica de muchos de los compuestos utilizados, muy baja en muchos casos, y que se está estudiando mejorar mediante el dopaje con ciertos metales.
  • El rendimiento en el almacenamiento, aún muy bajo, próximo al 60% en escala de laboratorio, aunque prometedor.
  • La estabilidad del sistema, que en muchas ocasiones hace que baje su rendimiento con las sucesivas cargas y descargas, generalmente debido a la contaminación de las reacciones o a la degradación de los compuestos.

Photo by Lit via photopin (license)

Y aunque muchos lectores habrán pensado en el limitado potencial de este tipo de tecnologías de almacenamiento, que quedarían relegadas prácticamente en exclusiva a su uso en el sector termosolar, es recomendable ampliar las miras y ver qué opciones existen en la recuperación y almacenamiento de calor residual en procesos industriales o sistemas de generación.

Imaginad el potencial que podría existir en el uso de materiales de cambio de fase en la recuperación de calor residual en procesos industriales, algo de lo que los más fieles ya recordarán hablamos en el artículo "Gestionando el calor residual", o las posibilidades que se extienden con el uso del almacenamiento en hormigón para la recuperación de estos mismos flujos, donde la tecnología del hormigón hoy en día se encontraría en los márgenes de temperatura idóneos. 

Interesante alternativa la que se abre también en el uso de determinados compuestos como "pilas termoquímicas" y en esta línea de hecho ya se está trabajando con algunos sistemas termoquímicos como el Hidróxido de Magnesio, que funciona a más bajas temperaturas que los vistos anteriormente, del orden de los 270ºC, y que sin embargo presenta una elevada entalpía (81.02 kJ/mol).

Ni que decir tiene también que el uso de alternativas como los materiales de cambio de fase (PCM), dadas sus prestaciones como termoreguladores, podría suponer en un breve plazo de tiempo una revolución en sectores como la construcción, donde su incorporación a ciertos materiales ya ha demostrado tener unas interesantes propiedades de cara a la eficiencia energética pasiva de los edificios, así como en sectores como la climatización, ACS, acumuladores térmicos de baja temperatura, etc. (en estos sectores de hecho ya existen propuestas comerciales más que interesantes).

Resulta evidente pues que el calor, como una forma mas de energía, en cualquier rango de temperaturas, es susceptible de ser almacenado y aprovechado, y que una de las principales líneas de trabajo de la tecnología debería orientarse precisamente a esta línea de trabajo, una de las que más potencial tiene actualmente en su desarrollo y aplicación.



Este artículo se lo dedico a un compañero y amigo de trabajo que prefiere mantenerse en el anonimato, uno de los mayores genios que conozco, mente privilegiada e inquieta donde las haya, y que además ha salvado de origen este artículo dándome clases magistrales ...... 

.... que gran placer conocer siempre gente así, con la que nunca dejas de aprender. Te debo un J&B.



Algunos enlaces de interés sobre el tema:



Comentarios

  1. excelente articulo, una forma muy innovadora de almacenar energía térmica, esto forma parte de la 3º revolución industrial, que parte de su filosofía es el uso e innovación de fuentes de energía renovable

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    1. Gracias por tus comentarios, y por la paciencia de leerte el artículo hasta el final. Ojalá que tu visión se haga finalmente cierta y esto se convierta en la 3ª revolución industrial que preconizas.

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  2. Gracias por tan excelente artículo. Es importante prestarle especial atención a la producción de energía por todas las vías posibles porque ahora especialmente con las sequías y las necesidades del ambiente es importante buscar otras vías. Una de las vías que más me gustan es la generación por medio de energía solar como lo hacen en http://enlight.mx porque es una vía renovable que ayuda al planeta.

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    1. Gracias por tus palabras, pero el artículo habla de almacenamiento de energía más que de generación, y su filosofía es aplicable a cualquier generación, aunque bien es cierto para las renovables sería la oportunidad perfecta. Un saludo.

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  3. La tecnología y las propuestas tecnológicas avanzan, y mucho más en artículos que hace tiempo que escribí, así que os voy poniendo al día de las nuevas propuestas.

    En esta ocasion, hablamos de almacenamiento de energía térmica en silicio fundido... un paso más en una propuesta que seguro que puede aportar mucho a renovables como la termosolar.

    http://www.evwind.com/2016/10/03/almacenamiento-de-energia-basado-en-silicio-fundido/

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  4. Muy interesante artículo. Justo lo que estaba buscando conocer. Me gustaría estar al pendiente de los avances en este tema. Felicidades

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    1. Gracias por su comentario Ramón, celebro que este primer post de la serie le haya parecido interesante. Cualquier avance tecnológico que voy encontrando en este y otros temas lo suelo actualizar en el blog y en mis redes, así que por aquí me tendrá en cuanto se produzca nuevos pasos en el mercado. Un saludo.

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  5. Continuan los avances en materia de almacenamiento de energía térmica con este importante paso desarrollado por el MIT
    http://news.mit.edu/2017/new-way-store-thermal-energy-1117

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