Economía Circular - Parte I. "Rompiendo las reglas"

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Fiel a la dualidad técnico / consultor que se da en este Blog, conforme con la que se da en mi propio desarrollo como profesional, toca en esta ocasión tratar un tema de gestión ambiental que creo que es muy interesante: El concepto de Economía Circular, un tema muy de moda hoy en día, que aparece de forma recurrente junto a términos como el de desarrollo sostenible, pero del que poca gente tiene una idea clara sobre ¿qué es?, ¿qué supone?, ¿de donde viene?....


La inspiración, como muchas cosas en mi vida, me viene de compartir maravillosos momentos con mi hija, con la que hace un tiempo estaba viendo un capítulo de unos dibujos animados llamados “Mundo Pocoyo”, concretamente un capítulo denominado “Una solución perfecta”, destinado a crear conciencia ecológica en los más pequeños.... os lo recomiendo.



LA ECONOMÍA ROTA: Análisis del sistema actual.

Comenzaremos hablando del esquema económico actual y del escenario productivo en el que nos movemos, un sistema que a nadie escapa que es insostenible, y que genera problemas ambientales que se incrementan tanto en gravedad como en criticidad, y cuya solución se tiene que dar a través de un cambio en el esquema de funcionamiento que cada vez es más acuciante. 

Pero, ¿por qué falla el sistema económico actual?, ¿por qué está en bancarrota nuestro modo de vivir?.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que nuestro sistema económico se encuentra asentado sobre un sistema productivo lineal. Nos hemos acostumbrado a explotar nuestros recursos para fabricar productos, usarlos y convertirlos en residuos que se tiran de nuevo al medio. Nos hemos hecho a una economía mecanicista basada en un modelo lineal, donde sólo rige el principio de la transformación en su máxima expresión, aislada, autónoma y supuestamente no influenciable, que al final lo único que genera es agotamiento de recursos y contaminación del medio.

El Ser Humano es una plaga invasiva que se asienta sobre sus recursos para agotarlos y dejar sólo basura. El problema es que no tenemos otro planeta que asaltar cuando se acabe este.

A su vez, la economía de que disponemos actualmente se asienta sobre la base de la lógica capital que ha reducido a un sólo nivel, el económico, un subsistema que sin embargo está necesariamente vinculado a la realidad sobre la que se desarrolla, insistiendo en organizar y dar cobertura exclusivamente a las relaciones comerciales entre humanos

Los otros dos niveles con los que debería contar la economía quedan así excluidos de la ecuación: Por un lado el nivel humano, objeto último para el que debería trabajar la economía como una herramienta más, queda subyugado a sus leyes y termina trabajando por y para ella, y por el otro, el nivel natural, que es el que se transforma y necesariamente soporta los otros dos, que ni siquiera es considerado como capital.

Tal es el aislamiento del actual sistema económico y productivo que por ejemplo llega a presentar un valor ficticio para los distintos productos y materias primas, pudiendo variar el "precio" de los mismos en función de aspectos propios de la economía como la oferta y la demanda, el mercado bursátil, los costes de explotación, etc. dejado para un segundo plano el aspecto físico o humano e incluso obviando en muchas ocasiones aspectos vitales como la disponibilidad, la necesidad, la tasa de renovación y el impacto ambiental de la transformación, entre otros.

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En esta misma línea entra el concepto de riqueza, que el sistema actual basa en el consumo de recursos y en la máxima producción, viciando el sistema incluso en la escala utilizada para medir la prosperidad de un país o su evolución

Por ejemplo, si hablamos de que un país es más rico que otro pensamos enseguida, y prácticamente de forma instintiva, en el PIB (producto interior bruto), que no es más que el valor económico de todos los bienes y productos finales producidos en un periodo determinado, un indicador que ni siquiera su propio creador, Simon Kuznets, considera útil para evaluar con eficiencia la verdadera riqueza. 

Y es que la riqueza de un país no puede estar en lo que consume o en lo que puede llegar a producir, con la obligación de que además este consumo se incremente año tras año. La verdadera riqueza reside en lo que es capaz de hacer una nación con lo que tiene, en la eficiencia que presenta en la transformación de los recursos, en la eficacia que se da en su consumo, y en la capacidad de autoabastecerse sin mermar su capital natural.

Bajo el actual prisma de riqueza y con la obligación constante de que esta se incremente de forma continua es cuando surgen conceptos aberrantes como el "crecimiento negativo", que tan de moda está con la actual crisis... ¿Puede algo crecer de forma negativa sin decrecer?, ¿Pierden riqueza los países que crecen en negativo?.

Estos son los términos en los que se fundamenta la competición en el sistema económico actual, ya sea entre empresas, entre estados, o incluso entre individuos, y la medida comparativa para determinar el ganador es siempre el crecimiento constante del beneficio. Algo va bien si crece, y algo crece si incrementa constantemente su beneficio. Así, si el volumen de beneficio obtenido se estanca la economía se estanca, y si el beneficio decrece estamos en recesión (el famoso "crecimiento negativo"), aunque siga habiendo un beneficio, algo que no tiene ningún sentido.

Bajo estas premisas, y en esta carrera desaforada, dentro de un sistema lineal como el que tenemos, es fácil percatarse de los efectos perjudiciales que son esperables sobre el entorno. El crecimiento constante, con incremento de beneficios, implica necesariamente un incremento exponencial del impacto ambiental

Esto hace que sea del todo imposible que una economía basada exclusivamente en el crecimiento y en la explotación de recursos, con un concepto infinito y sin un objetivo claro a alcanzar, pueda crecer dentro de un sistema físico real, que por definición es finito, y que necesariamente impone límites al crecimiento y presenta problemas críticos a una concepción económica y productiva como la actual.


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El dinero
SI que viene
de los árboles, 
así que habrá 
que empezar a 
pensar en 
cuidarlos.




Otro de los problemas que necesariamente acarrea la actual concepción económica y productiva es la ausencia total de solidaridad de un sistema que se estructura en función de una organización geopolítica pre-existente, comandada por "los más ricos", que no tiene en cuenta ni el necesario reparto de los recursos disponibles, ni la evidente trascendencia de los problemas ambientales y sociales más allá de las fronteras humanas.

Los países se dedican a explotar recursos comunes o a consumir recursos de otros países, para continuar produciendo y generando "riqueza", de forma que se incremente su PIB, aun cuando dicho crecimiento se produzca a costa de contaminar un medio común y agotar recursos no renovables de terceros.

Pero es que esta falta de solidaridad se da ya en la concepción de base que se tiene del sistema, y está grabada a fuego en la naturaleza de cada individuo, pues se trata de un concepto individualista, basado en el consumo de recursos y en la propiedad de bienes, que se traduce en un falso "estado del bienestar" que varía en función de donde te encuentres. 

Sólo el 9% de la población mundial tiene coche, y de este porcentaje el bienestar se basa muchas veces en comprarse uno nuevo, algo que no entra siquiera en los sueños del otro 90% de la población.

Y si el sistema actual es insolidario con las generaciones del presente, ¿cómo le vamos a pedir que se preocupe de las generaciones futuras?. Pensamos que los recursos que consumimos hoy en día son nuestros por derecho propio, pero no pensamos que son recursos que restamos del futuro de nuestros hijos. Cada litro o kilo de recurso no renovable que consumimos o tiramos a la basura es un litro o kilo que no sólo ya no disfrutará nadie de nuestro entorno, sino que tampoco lo podrán disfrutar nuestros hijos o nuestros nietos, una pequeña parte que les robamos de sus recursos para el futuro.

Esta situación se agrava con mayor celeridad si pensamos además en un fenómeno real que se está produciendo actualmente, y que terminará por precipitar mucho más rápido un final anunciado: El Crecimiento de la población mundial. Cada vez somos más en el planeta, y aunque algunos estudios ya detectan una desaceleración en este crecimiento, es previsible que ya en 2.050 seamos cerca de 9.600 millones de seres humanos, lo que evidentemente se traduce en un agotamiento más rápido de los recurso, si tenemos en cuenta las economías emergentes, y en un reparto cada vez menos equitativo y humano.


HACIA LA ECONOMÍA CIRCULAR.

Conjugar el concepto económico con el concepto de medio ambiente, trascendiendo así la definición de economía neoclásica, no es para nada algo nuevo, sino que lleva siendo un debate residual de la economía desde hace más de 60 años, cuando surgió bajo el concepto de "Economía Ecológica". Lo único nuevo es su espectacular desarrollo en los últimos 20 años, fruto quizá de una más que evidente degradación del entorno físico, de la aparición de graves efectos globales y de una preocupación social que empieza a convertirse en un factor de presión para el sistema.

De hecho, el principal problema en la actualidad quizá sea este exceso de pujanza, que ha terminado por generar diversas corrientes, propuestas, etiquetas y esquemas conceptuales para buscar la solución perfecta que concilie economía y medio ambiente. Una fragmentación causada, en muchas ocasiones, por iniciativas que se rigen por la búsqueda de mérito y prestigio profesional o la necesidad de financiación, y que pese a presentar muchos puntos en común, puede terminar generando debilidad en la aplicación del concepto.

De los orígenes de concepto de Economía Ecológica hasta el actual concepto de Economía Circular que predomina, la tendencia ha sido creciente. De una corriente residual generada por economistas pioneros, básicamente centrada en el concepto económico puro, a una corriente pujante generada en un ambiente plural, buscando la contribución de diferentes disciplinas y la reforma paralela de economía y sistema productivo.

El padre de la Economía Ecológica fue para muchos Kenneth E. Boldwing, un economista de orígenes ingleses afincado en Norteamérica que ya en 1950 publicó un estudio denominado "Una reconstrucción de la Economía" donde hablaba de la falta de sostenibilidad de una economía como la actual dentro de un sistema finito, una auténtica revolución para la época.

En esta misma línea el economista francés Bertrand de Jouvenel publicó en 1957 la obra "La civilización de la potencia: De la Economía política a la ecología política", donde ya ponía de manifiesto la imposibilidad de tratar el crecimiento económico sin tratar los aspectos físicos que comporta, y hablaba de los tres fundamentos de la economía: recursos naturales, trabajo y capital, denunciando que la economía se basaba sólo en los dos últimos sin tener en cuenta el primero y quizá principal.

Sin embargo, no fue hasta 1971, con "La ley de la entropía y el proceso económico" del matemático y economista Nicholas Georgescu-Roegen cuando se aborda por primera vez la economía desde una disciplina científica externa a la misma.

La obra de Nicholas Georgescu aborda por primera vez la economía desde una perspectiva biológica y física, y hace uso de la termodinámica, y en concreto de la magnitud de la Entropía, que determina la energía que no es posible aprovechar para realizar un trabajo (energía perdida), aplicándola a los procesos productivos y a la economía.

Según Nicholas Georgescu, cualquier actividad humana que implica una transformación o un uso de un recurso supone una pérdida de una parte del mismo, sin llegar a su aprovechamiento final.  Una pérdida que será variable y que irá en función del rendimiento alcanzado en el proceso. Esto obliga a la economía a tener en cuenta los rendimientos alcanzados en sus distintos procesos, y por lo tanto a estudiar la forma de mejorar los mismos y de optimizar la gestión de los recursos.

La obra se convirtió en referencia de la época para gran parte de los movimientos ecologistas que propugnaban la necesidad de un "decrecimiento económico" para intentar frenar la decadencia del sistema y alcanzar la sostenibilidad, basándose en que la eficiencia nunca puede llegar a ser del 100%.

La sostenibilidad, sin embargo, vendrá siempre dada por la capacidad del ciclo natural de organizar con igual o mayor celeridad que la del ser humano por desorganizar, siendo esta la base de un sistema sustentable.

Un año después el Club de Roma publica su primer informe: "Los límites del Crecimiento", encargado al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde se demuestra por primera vez y de forma científica (mediante una simulación informática pionera en su época llamada Mundo 3), que el crecimiento de la población, del consumo de recursos y de la polución colapsarán el planeta en poco más de 100 años, de seguir en la misma línea de crecimiento.

La primera crisis del petróleo (1973) ayudó evidentemente a la divulgación de este informe y de sus conclusiones, así como a difundir los perjuicios de una economía basada en un sistema finito, convirtiéndolo en una obra de referencia y ayudando a potenciar el auge de la Economía Ecológica.

Aunque a algunos les podrían resultar exageradas las conclusiones de este estudio, tengo que añadir a este respecto que una reciente investigación realizada por la Universidad de Melbourne (Australia) pone de manifiesto que, cuarenta años después nuestros datos siguen con bastante fidelidad las predicciones realizadas por el modelo del MIT en 1972, y nada hace pensar que la situación esté derivando hacia ningún otro escenario que nos permita ser más optimistas, por lo que la cuenta atrás parece estar más cerca de lo que muchos puedan imaginar.


Uno de los símbolos de la economía clásica.
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Prácticamente una década después, a principios de los 80, surge el concepto que hoy conocemos como Economía Circular, siendo uno de sus precursores el Dr. Walter R. Stahel, un arquitecto suizo que en 1982 fue premiado por su escrito "El Factor Producto-Vida", y que fundó en Génova el primer instituto europeo dedicado a la creación de estrategias sostenibles para el desarrollo económico.

El concepto del Instituto Producto-Vida se basa por primera vez en la idea de que los productos deben obedecer en la medida de lo posible a un ciclo cerrado que internaliza todos sus costes reales, basándose además en la necesidad de alargar la vida útil de los mismos, lo que pasa necesariamente por sustituir el concepto de producto o bien por el de servicio, una línea de trabajo que aún hoy en día sigue vigente.

Por otro lado, ya en 1994 Gunter Pauli pone en práctica el concepto de economía circular a través de la iniciativa ZERI, orientada a buscar y promocionar propuestas sostenibles, y  que posteriormente daría orígen a la conocida como "Economía Azul", otra de las líneas actuales de trabajo de la Economía circular, que basa su propuesta en la idea de generar y patrocinar proyectos reales que aporten una verdadera revolución al concepto de economía sostenible en todo su ciclo de vida.

Prácticamente a la vez, en 1992, Michael Braungart y William McDonough publican su primera obra aplicando el diseño a la sostenibilidad "The Hannover Principles: Design for Sustainability" y poco después, en 1995, crean la compañía "McDonough Braungart Design Chemistry", aupando el diseño "de la cuna a la cuna" al rango de herramienta principal en la Economía Circular, y creando así una nueva vertiente de trabajo en economía circular que busca actuar sobre el diseño de productos y servicios para asegurar que son sostenibles y se amoldan al concepto de economía circular, cerrando el ciclo y generando valor en todas sus fases, incluido su fin de vida útil, donde se convierten en materia prima.

Economía Circular - Fuente de elaboración propia.
Todas estas vertientes y propuestas conformarían lo que hoy se conoce como Economía Circular, una pujante propuesta que entra a regular la organización de los sistemas que conforman la sociedad actual, tanto económicos como productivos, cerrando sus extremos ("cradle": explotación de recursos, y "grave" vertido de residuos) para dar lugar a nuevos recursos y materias primas, creando así un círculo sempiterno ("cradle"-"cradle").

Pero la Economía Circular, al contrario de lo que muchos piensan, no se reduce a concepciones clásicas como las 3R's (Reducir, Reciclar, Reutilizar), la producción limpia o la internalización de costes ambientales, todas ellas conceptos obsoletos que tan sólo aportan una visión parcial y como mucho ralentizan el declive ambiental, sino que va más allá y busca una visión holística del mundo y la economía, desde distintos puntos de vista y disciplinas, para comprender las relaciones existentes (entorno, economía, ser humano) y entender el modo de actuar para compatibilizarlas.

La Economía Circular pasa a suponer un uso racional de los recursos disponibles, partiendo de un diseño en origen de los productos y servicios que contemple su sostenibilidad ambiental, una sociedad basada en la eficiencia en el consumo y un mercado basado en el reciclaje y reaprovechamiento de materiales, uniendo de esta forma el mundo ambiental y el económico en una única concepción de funcionamiento.

La Economía Circular supone dejar atrás el reinado de la tiranía económica neoclásica para pasar a poner la economía al servicio del entorno y las personas.

El sistema productivo en la economía circular se vuelve así colaborativo, tal y como propone el Proyecto Mainstream (del Foro Económico Mundial), buscando la implicación en el ciclo de vida del producto de diseñadores, fabricantes, distribuidores, reparadores, recicladores y hasta del propio consumidor, todos ellos actores principales del sistema con los que este debe contar.

Los beneficios a obtener evidentemente son muchos, y quizás estos sean en buena parte el motor de muchas de las actuaciones emprendidas por diversos gobiernos, entre ellos el europeo, encaminadas a potenciar la Economía Circular. 

Entre otros, podemos decir que la Economía Circular:
  • Es una economía conciliada con el planeta, lo que le da una proyección de futuro y sostenibilidad a largo plazo que la actual no tiene.
  • Es una economía segura, ya que está basada en recursos renovables y, en la medida de lo posible, en los recursos propios locales, reduciendo la dependencia de terceros.
  • Es una economía de reducción y de eficiencia, por lo que es una economía del ahorro. Su objetivo de reducción de consumos y minimización en la producción de residuos va en consonancia con las actuales líneas de ajuste de los gobiernos.
  • Es una economía productora de trabajo, ya que requiere de una potenciación del sectores ambientales que hasta el momento permanecían en un segundo plano (sector de residuos, reciclaje, etc).
  • Es una economía innovadora, ya que ha de buscar nuevas alternativas a productos y servicios que sean sostenibles, así como a procesos más limpios y a sistemas de reciclaje y recuperación más avanzados.


En un próximo artículo (Parte II) continuaré desgranando el concepto de Economía Circular....



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