Aguas residuales: Una pila de energía.

La gestión del agua ha sido históricamente un grave problema para las sociedades: Un problema de salud, si se tiene en cuenta la necesidad de suministro de un agua con la adecuada calidad para su consumo, y un problema ambiental, pues supone un importante foco de contaminación del medio una vez que ha sido usada en las distintas actividades humanas que dependen de ella, que son muchas. 



El agua cuesta mucho dinero
Pero fundamentalmente, la gestión del agua supone un problema económico importante, pues para solventar los dos problemas anteriores las sociedades han tenido que implementar costosos procesos de potabilización y tratamiento de aguas residuales que requieren del consumo de productos químicos y, sobretodo de energía, cantidades ingentes de energía necesaria para bombas, soplantes, motores, etc.

Para que el lector se pueda hacer una idea del enorme despilfarro energético que actualmente supone el tratamiento de las aguas, tanto en potabilización como en depuración, bastaría indicar que la EPA (Environmental Protection Agency de los Estados Unidos) cifra el consumo energético de los sistemas de tratamiento de agua entre un 3% a un 4% sobre el total de energía consumido en este país norteamericano.

De hecho, a nivel municipal las instalaciones de tratamiento de aguas suelen suponer entre el 30% y el 40% del consumo energético del municipio, un consumo energético que además presenta un crecimiento sostenido que evoluciona conforme va creciendo la población, y que supone entre el 25% y el 40% de los costes de mantenimiento y operación de las instalaciones de depuración.

El IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía en España) aporta también cifras muy interesantes al respecto. La desalación consume un promedio de 4,9 kWh/m3, lo que supone una potencia requerida de 306 MW para cubrir la demanda nacional básica, mientras que la depuración de aguas residuales urbanas supone cerca de 0,67 kWh/m3, lo que requiere una potencia aproximada de 305 MW para cubrir un porcentaje de depuración de aguas residuales próximo al 90%. 

Entre las dos suman, según este organismo, el 2% del consumo nacional de energía, y todo esto sin tener en cuenta los costes derivados de la normal potabilización del agua dulce para su consumo, el tratamiento de aguas en el uso industrial, el consumo agrario o la gestión hidrológica, pues entre todos se estima que podrían llegar al 4% o 5% sobre el total nacional.

Si nos centramos en la depuración de las aguas residuales urbanas, todos los estudios coinciden en que actualmente existe muchísimo margen para la mejora de los tratamientos y de su consumo energético. Sólo modificando los sistemas de aireación y mezcla, incluyendo temporizadores y nuevos sensores, modernizando los sistemas de bombeo de las estaciones depuradoras más pequeñas o incluyendo empleando la lógica difusa en el control de procesos, el IDAE considera que existiría un potencial de ahorro del 17,5% sobre el global.

Pero quizás el verdadero avance no esté solo en proponer medidas corto-placistas o incluso en integrar en el largo plazo la eficiencia energética en los planes de depuración, que también. Quizás el verdadero avance en este sentido esté llegando ya de la mano de algunos pioneros que ven en las aguas residuales algo más que un coste que hay que optimizar, cambiando radicalmente de concepto, y comenzando a planterarse realmente que el agua residual es un recurso energético aprovechable.

Existen ya tecnologías en distintas fases de desarrollo, algunas de ellas ya probadas, que ven energía en las aguas residuales y/o en los subproductos que surgen de su tratamiento, y que nos permiten ya actualmente la posibilidad de plantear depuraciones con un consumo nulo de energía.


Dándole gas a las depuradoras.

Muchas de las depuradoras de aguas residuales que existen en la actualidad disponen de un sistema de tratamiento y estabilización de lodos procedentes de su línea de fangos (la fracción sólida que queda después de todo tratamiento de aguas), y en muchas ocasiones este tratamiento incluye la digestión anaerobia, un proceso biológico para la descomposición de la materia orgánica en ausencia de oxígeno que produce un biogás que se puede aprovechar como combustible, gracias a su alto contenido en metano (CH4 entre un 50% y un 70%) con un poder calorífico medio de 6,4 kW/m3 (PCI para un biogás al 60%).

Aunque la idea en origen puede parecer atractiva, este proceso ha sido durante años "el patito feo" del tratamiento de las aguas residuales, ya que en muchos casos se ha asumido como un proceso secundario accesorio al principal (el tratamiento de las aguas) que suponía generalmente costes asociados elevados, una productividad baja, y un sistema difícil de explotar, largo en cuanto a tiempos de residencia, basado en asociaciones sintróficas entre distintas bacterias (acidogénicas, acetogénicas y metanogénicas), cuyas velocidades de reacción son distintas y cuyo funcionamiento y relaciones eran desconocidas hasta hace bien poco.

Así, hasta el momento los lodos de las depuradoras de aguas residuales han presentado valores de producción de metano discretos, en el orden de 0,34 m3 a 0,36 m3 de metano por kg de sólidos volátiles (SV), dependiendo de si el régimen es mesofílico (35ºC) o termofílico (55ºC), con valores relativos de producción de biogás que rondan los 0,47 Nm3/kg.SV.

Sin embargo, en la década de los 80 se empezó a gestar una visión alternativa de este proceso de tratamiento "secundario" que en los últimos años está empezando a adoptar una especial relevancia atendiendo a los resultados que se están obteniendo: La Co-digestión.

La idea pasa por realizar un tratamiento conjunto de los lodos de depuración y otros sustratos que compensen los nutrientes y la humedad, llevando al sustrato al punto más próximo al óptimo para su digestión anaerobia, que al final redundará en un aumento sustancial en la generación de biogás, además de poder integrar el tratamiento de otros residuos orgánicos dentro de instalaciones existentes, lo que reduciría sus costes de gestión.

Tuberías de canlización de biogas. Fotografía de cementley
Los co-sustratos que se pueden utilizar en la Co-digestión para complementar los lodos pueden ser de muchos tipos distintos, y básicamente existen experiencias documentadas de Co-digestión tanto el laboratorio como en plantas de digestión de fangos con sustratos tan diversos como:
  • Lixiviados procedentes de vertederos de residuos urbanos - EDARs de Pobla de Farnals y Molina de Segura, y EDAR de DAM
  • Metanol y aguas glicoladas - EDAR de Sant Feliu.
  • Residuos líquidos de empresas vitivinícolas, o vinazas. - AINIA y EDAR Quart Benaguer.
  • Residuos agroalimentarios de la industria hortofrutícola. AINIA y EDAR Quart Benaguer, EDAR de Alcantarilla, y algunas plantas de biometanización de purines en Lérida.
  • Melazas y pulpas de la industria azucarera - EDAR de Alcantarilla.
  • Lacto-sueros procedentes de la industria láctea. Experiencia piloto  ACCIONA Agua y Universidad de León - Programa ESPROFAN (dentro del programa INNPACTO 2011).
  • Suproductos animales (residuos de matadero).
  • Estiércol de vacuno, purines de cerdo y/o gallinaza, procedente de instalaciones ganaderas, por distintos institutos y universidades en Castilla y León y Cataluña.
  • Fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos (FORSU), donde las experiencias en laboratorio marcan sustituciones de hasta el 60% en FORSU frente al 40% en lodos.
  • Glicerol residual de la obtención de biodiesel, Universidad de León.
  • Etc, etc.....
En principio, cualquier sustrato que complemente debidamente las características de los lodos de depuradora que entran al digestor, no aporte inhibidores que ralenticen las reacciones biológicas y disponga de nutrientes adecuados para su digestión junto con los lodos, puede ser susceptible de utilizarse en la digestión anaerobia que se lleva a cabo en muchas depuradoras.

Las posibilidades son múltiples y forman parte de una gran variedad de proyectos y estudios distintos. En este sentido, cabe destacar que, dada la importante diferencia que existe en la tipología y caracterización de los lodos de depuradoras, lo que sirve para unos estudios puede no servir para otros. Así, cada caso debería ser objeto de un análisis independiente y particular e incluso de un control analítico sostenido en el tiempo para comprobar que se mantienen las características originalmente detectadas.
La Co-digestión debería basarse siempre en la posibilidad de complementar sustratos y buscar así el incremento sustancial en la generación de biogás en los sistemas de digestión anaerobia, nunca como una excusa para desprenderse de cualquier residuo que el digestor pueda "asimilar" o diluir sustancias que no aportan ningún valor añadido al proceso, evitando así tener que gestionarlas por otras vías.

Las pruebas en laboratorio han llegado a registrar incrementos en la generación de biogás mediante la co-digestión anaerobia con lodos  de hasta el 200%, y aunque estos incrementos no se han llegado a reproducir también en las estaciones depuradoras, la experiencias llevadas a cabo a escala de campo son lo suficientemente relevantes como para que podamos pensar en un nuevo modelo de gestión de los lodos, con incrementos que llevan a una generación de biogás de más del doble del generado en condiciones normales.

De hecho, aunque a algunos les pueda parecer algo utópica la idea de incrementar tanto la generación de biogás como para alcanzar el consumo cero de energía en depuración, debo decir que ACCIONA ya lo ha conseguido. Esta empresa consiguió demostrar la autosostenibilidad energética mediante Co-digestión de Lodos el año pasado a través de la experiencia llevada a cabo en la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Copero, en Sevilla, lo que supone eliminar un consumo energético de más de 2GWh de energía en la depuración, motivo por el que recibió numerosos premios como el galardón "Las 100 mejores Ideas", y el premio "Cinco Días" a la Innovación Empresarial.

De esta forma, la Co-digestión anaerobia se convierte actualmente en la solución más inmediata y menos costosa para llegar a la autosostenibilidad energética de las plantas depuradoras con el menor coste de inversión, aunque atendiendo a las tecnologías que surgen en la actualidad quizás sólo sea el inicio en un cambio radical no sólo hacia la autosostenibilidad, sino hacia la generación energética.


El agua residual, el combustible del futuro.

Existen en la actualidad dos alternativas tecnológicas que contemplan la depuración de las aguas residuales como un modo de generar un combustible útil para su posterior uso en procesos de combustión o generación energética.

La primera de ellas es la depuración con microalgas, también denominado fotobiotratamiento, que ya trataba en un post anterior dedicado a los biocombustibles de tercera generación, una tecnología que está surgiendo en los últimos años como alternativa a los costosos tratamientos terciarios de eliminación de nitrógeno y fósforo que se llevan a cabo en último término en nuestras depuradoras de aguas residuales urbanas y cuyo objetivo es eliminar el exceso de nutrientes que lleva el agua, causantes de los problemas de eutrofización que se experimentan en ríos y lagos, y que además puede aportar el valor añadido de consumir CO2 para la generación de biomasa.

Microalgas. Universidad EAFIT via photopin cc
El principio es sencillo y está inspirado en el funcionamiento habitual de la naturaleza. Se trata de favorecer e incluso acelerar el crecimiento de algas microscópicas, seleccionadas específicamente por sus propiedades y por el potencial de generación de diversos compuestos útiles, introduciéndolas en aguas residuales con un alto contenido en nutrientes, aireadas y expuestas a la luz solar.

De esta forma las microalgas encuentran el medio perfecto para crecer y propagarse consumiendo los nutrientes que contaminan el agua y convirtiéndolos en biomasa.

Las especies a utilizar pueden ser de muy diversos tipos, y en su selección priman fundamentalmente:
  • el índice de crecimiento y densidad del cultivo obtenido, 
  • el contenido en lípidos (ya que se destinan habitualmente a la producción de biodiesel) y de subproductos alternativos que tengan otras salidas en el mercado, generando valor añadido.
  • el potencial de adaptación al medio en el que se tienen que desarrollar, teniendo en cuenta aspectos como la relación de nutrientes, la tolerancia a condiciones adversas, o las condiciones de temperatura o pH óptimas para su desarrollo.
  • la potencial adaptación al proceso de fotobiotratamiento, estudiando opciones como la bioadherencia o la facilidad ofrecida al cosechado mediante medios económicos.
Las microalgas más habitualmente utilizadas para la depuración de aguas residuales pueden presentar contenidos en lípidos que van desde el 30% al 70% en peso, en función de la especie que se trate y de las condiciones de estrés a las que se someta al cultivo, aunque en este aspecto tiene mucho que decir aun la ingeniería genética, campo en el que están trabajando muchas empresas e instituciones para permitir incrementos que, según anuncian algunos, podrían llegar al 400%.

Esto hace que muchos autores consideren la tecnología de fotobiotratamiento como una tecnología muy prometedora en comparación a otros sistemas de generación de aceite "tradicionales", como por ejemplo la palma, con rendimientos por hectárea de superficie ocupada hasta 8 veces superiores y con la ventaja añadida de no utilizar terreno cultivable o especies con valor alimentario.

Adicionalmente a lo planteado, el fotobiotratamiento tiene la posibilidad de integrar el tratamiento de las emisiones de contaminantes de ciertos procesos, como la combustión, al tener la capacidad de asimilar el CO2

De hecho, si se utiliza el CO2 para disolverlo en agua, se incrementa el carbono en la ecuación básica de nutrientes C:N:P (Carbono/Nitrógeno/ Fósforo) justo para el nutriente donde las aguas residuales urbanas pueden ser más deficitarias. Así, al llevarlas a un mayor equilibrio de nutrientes, además de  eliminar un contaminante como el CO2 en el mismo proceso de depuración, se incrementa sustancialmente la reducción del resto de nutrientes presentes, al equilibrar su composición en el agua, y se favorece un mayor crecimiento y desarrollo de la biomasa.
    Imaginémonos una depuradora con co-digestión anaerobia optimizada donde el biogás en su totalidad se utiliza para la generación energética, y las emisiones de CO2 generadas en su purificación / combustión luego se introducen en un sistema de fotobiotratamiento para la producción de biomasa aprovechable a partir de microalgas, cerrando así el ciclo.... ¿sería posible optimizar tanto la tecnología de tratamiento de una forma rentable?

    La tecnología de depuración con microalgas ya se está utilizando en muchos sitios para el tratamiento de las aguas residuales en su última fase, y existen multitud de proyectos que están llevado esta tecnología a escala industrial, aplicándola de forma eficiente al tratamiento. Sin embargo continúa presentando ciertas "barreras" para su aplicación generalizada, entre las que se encuentran:
    •  Si se utilizan los modelos de producción abiertos, normalmente raceways, las limitaciones surgen en cuanto a espacio: Las microalgas requieren de luz para crecer, por lo que su densidad varía en función de la profundidad (dependiendo de la trayectoria de luz) y esto afecta a la extensión en superficie de los sistemas o a su rendimiento productivo. Es decir, un sistema de depuración con microalgas presenta mayor producción a menores profundidades, pero esto requiere mayores extensiones y por lo tanto mayores y mas costosas infraestructuras.
    • Si se utilizan los modelos de producción cerrados, también conocidos como fotobiorreactores, se solventan problemas como el espacio, el control del cultivo y la contaminación del mismo, pero sin embargo se incrementan los costes tanto energéticos como de implementación y explotación.
    • En ambos casos, el problema común es el cosechado de las algas. Cosechar las microalgas es aún hoy un proceso muy costoso, sobretodo desde el punto de vista energético, y llega a convertir en inviable un proyecto de depuración de este tipo en escalados industriales. En este sentido la tecnología trabaja para mejorar los sistemas actualmente disponibles para el filtrado/cosechado de la biomasa, buscar especies que faciliten esta fase, o establecer técnicas de aprovechamiento de la biomasa húmeda.
    Raceways para el cultivo de Microalgas - original by: Texas A&M Agrilife.

    La segunda tecnología que quería tratar en este apartado busca proponer una alternativa viable a un problema añadido que presentan todas las depuradoras, con independencia de procesos, ubicaciones o tecnologías seleccionadas: los lodos.

    Cualquier sistema de depuración de aguas basa su funcionamiento en la extracción de materiales contaminantes que se encuentran presentes en el agua de forma disuelta o en suspensión, para recuperar el agua en su estado más puro. Pero estos materiales contaminantes retirados no desaparecen por arte de magia, sino que persisten como lodos.
    En el mundo de la gestión ambiental de procesos, los flujos de contaminación nunca desaparecen, sino que se transforman y se transfieren de un medio a otro al objeto de reducir la contaminación en volumen o en peligrosidad, segregarla en componentes o diluirla en el medio.

    Los lodos se convierten así en el residuo de la depuración de las aguas residuales por antonomasia, y en el caso de las depuradoras de aguas urbanas, en un problema importante debido a su volumen constantemente creciente que se da con el paso de los años y el incremento en las exigencias de depuración. 

    Sus "salidas" hoy en día suelen ser para:
    • la aplicación agrícola, que hasta hace unos años copaba más de la mitad de los lodos generados, pero que actualmente parece que va en detrimento debido a restricciones cada vez más exigentes en su aplicación a suelos, 
    • su disposición en vertedero de residuos no peligrosos, donde se depositan de forma controlada, generando emisiones y olores en su descomposición que deben ser tratadas,  o 
    • su incineración, que implica fundamentalmente su destrucción, convirtiéndolos en emisiones a la atmósfera que, en el mejor de los casos, conllevará una recuperación parcial de la energía gastada en quemarlos.

    Pero realmente, a efectos prácticos, los lodos de una estación depuradora urbana no son más que carbono (30-40%), hidrógeno (3-4%) y oxígeno (21-28%), tratándose de un combustible que podría ser interesante utilizar si no fuese por su alto contenido en humedad (hasta un 70%), que exigiría gastar energía para secarlo cuando realmente ofrece un poder calorífico bajo, pues presenta un PCI que puede estar entre los 5.500 kJ/kG y los 13.600 kJ/kG (a humedades del 10%).

    Aquí es donde entra la tecnología de gasificación en agua supercrítica, una tecnología actualmente en desarrollo que permitiría gasificar biomasas y residuos carbonosos con un alto grado de humedad para la generación de un gas de síntesis, también denominado syngas, que podría utilizarse para la generación de energía. Aquí, el grado de humedad del lodo deja de ser una desventaja, pues el agua se convierte en el seno en el que se produce la reacción de gasificación.

    Representación gráfica proceso de SCWG planteado por CADE Engineered Technologies.

    En un proceso como el descrito, con agua supercrítica, se incrementan la temperatura y la presión del agua en la que se produce la reacción por encima de un determinado punto, denominado punto crítico, a partir del cual el agua comparte estados y se comporta a la vez como gas y como líquido.

    Por encima de 374ºC (647,3ºK) y 22,05 MPa (unas 221 atm), que es el punto crítico, el agua adquiere unas propiedades muy interesantes que la convierten en uno de los principales procesos a aplicar en la Green Chemistry (química verde o sostenible), y que está haciendo que se convierta en una línea de trabajo interesante en el tratamiento de múltiples residuos.

    En este rango de trabajo de temperaturas y presiones el agua muta sus propiedades y se comporta como un disolvente orgánico, similar a la acetona, y como un catalizador de reacciones, disponiendo además de una alta capacidad de penetración en los materiales, con poder de disolución de compuestos orgánicos no polares e hidrocarburos, siendo sin embargo un pésimo disolvente de compuestos polares, como las sales inorgánicas.

    Aplicada a un proceso de gasificación, el agua supercrítica permite que la fracción sólida de los lodos quede íntimamente mezclada con el agua, favoreciendo las reacciones de descomposición, las transferencias de materia y, en definitiva, la descomposición última de la materia orgánica del lodo en un gas de síntesis compuesto por H2, CO, CH4 y CO2, que resultará de interés para la generación de energía.

    De hecho, en agua supercrítica no sólo se consiguen catalizar las reacciones de hidrólisis y oxidación que terminan por producir el gas de síntesis (syngas), sino que se consigue que los productos intermedios habituales de la descomposición térmica de los compuestos orgánicos (como alquitranes y coque) queden reducidos a su mínima expresión, dada su alta solubilidad en este medio, reduciendo así el volumen de residuos generados durante el proceso e incrementando la capacidad de generación del syngas.

    La utilización del agua supercrítica es ya una realidad y se ha aplicado con claro éxito a pequeña escala para la co-oxidación de residuos, presentándose como una tecnología prometedora en proyectos como Life Lo2x - Supercritical Water Co-oxidation of Urban Sewage Sludge and Water, con el Instituto Tecnológico Agroalimentario (AINIA) en la cabeza, donde se plantea como un medio para el tratamiento rentable de los fangos de depuración.

    El siguiente paso no tardará en llegar a la escala industrial o semi-industrial, en forma de plantas piloto, y pronto existirá una alternativa válida para el tratamiento de fangos biológicos e incluso aguas residuales mediante su gasificación en agua supercrítica, de forma que se pueda conseguir su depuración a la par que su aprovechamiento energético insitu, permitiendo disponer de una fuente alternativa de suministro a las instalaciones de tratamiento, incluso más allá de la autosostenibilidad.


    Generando electricidad con la misma depuración.

    Pero las alternativas no acaban con las tecnologías vistas hasta el momento, en los últimos cinco años está adoptando una especial pujanza también una interesante línea de trabajo en el tratamiento de aguas residuales que propone un método para convertir la energía química que contienen las mismas (en forma de contaminantes orgánicos disueltos) en energía eléctrica, usando para ello la Bioelectrogénesis.

    Esta tecnología novel, basada en el descubrimiento y desarrollo de bacterias con capacidad de producir electricidad (ver el artículo sobre las geobacter y el mundo que rodea a estas bacterias) propone la electroquímica bacteriana (MET) como medio para depurar las aguas residuales generando a su vez electricidad, utilizando para ello las denominadas como células de combustible microbianas (MFC) o sistemas similares basados en este principio.

    El funcionamiento es sencillo, por lo menos de explicar. Como en cualquier pila existe un ánodo, formado por un depósito o celda a la que se incorpora el agua residual, y que dispondrá de unas bacterias desarrollándose en un ambiente anaerobio (en ausencia de oxígeno), de manera similar a cómo se producen las reacciones de fermentación habituales y las digestiones anaerobias que hemos visto antes.

    En estas condiciones, determinadas bacterias, específicamente seleccionadas para el sistema, usan la materia orgánica disponible en el agua residual como si fuese un combustible, oxidándola para generar CO2 y protones, y emitiendo electrones que se pueden evacuar mediante la disposición de un electrodo que haga las funciones de ánodo de la pila. A este ánodo, formado por grafito o cualquier otro medio sólido conductor compatible, se unen las bacterias electrogénicas ya sea a través de su membrana celular o de nanofilamentos.

    En la degradación de la materia orgánica el CO2 se puede recoger, y los protones y electrones se trasladan a la celda contigua, denominada cátodo, a través de una membrana semipermeable de intercambio que separa ambas celdas, en el caso de los protones, o a través de un circuito eléctrico exterior, en el caso de los electrones.

    En el cátodo la reacción es la contraria y lo que se produce es la reducción de un oxidante, normalmente el oxígeno, para formar agua, en un ambiente que evidentemente es aerobio, tal y como se expone a continuación.

     
    Esquema básico de una célula de combustible microbiana con aguas residuales (MFC). Fuente de elaboración propia.


    Aunque en este caso hablamos de celdas o depósitos separados, la reacción no tiene porqué producirse de forma segregada, sino que puede hacerse en un sólo depósito, mediante reactores bioelectrogénicos integrados, o incluso en grandes extensiones, imitando al proceso natural ya existente, mediante el diseño de humedales bioelectrogénicos.

    Tanto las células de combustible, como los reactores o las lagunas son líneas que cuentan con numerosos estudios al respecto, que han ido creciendo exponencialmente en los últimos años. De hecho, existen incluso desarrollos ya a escala industrial o semi-industrial puestos en el mercado por algunas startups, como puede ser Emefcy.

    La bioelectrogénesis se convierte así en una alternativa muy interesante para el tratamiento secundario anaerobio de aguas residuales que puede llegar incluso a sustituir a los convencionales en aguas residuales con baja carga contaminante o incluso complementarlos, permitiendo un autoconsumo energético (o incluso un excedente para otros procesos) y una baja producción de lodos, alcanzando rendimientos similares a los tratamientos convencionales.

    Además, se debe tener en cuenta el surgimiento de tecnologías alternativas que también están empezando a poner en el mercado otras apasionantes vías de tratamiento, que aunque basadas en el concepto original de la bioelectrogénesis, incluyen un nuevo concepto para el cátodo, un proceso alternativo denominado "electrometanogénesis"

    De esta forma, el cátodo cierra el círculo y, aprovechando parte de la energía eléctrica generada en el ánodo, permite capturar el CO2 (también generado en el mismo) y convertirlo en metano (CH4), un gas que sería aprovechable energéticamente como si se tratase de un biogás convencional, aunque mucho más puro y por procesos de generación más eficientes a la habitual digestión anaerobia. 

    Ya existen también algunas empresas que, desde que se dio a conocer esta posibilidad en 2009, están comercializando soluciones en esta línea de trabajo, como pueden ser Cambrian o Pilus. Ambas empresas tienen en el mercado ya soluciones basadas en la generación de energía y metano a partir del tratamiento de aguas residuales que incluso están aplicando ya a escala industrial, como es el caso de Cambrian y la implantación de su sistema para la cervecera americana Bear Republic Brewing Co.


    Dentro de muy poco, y siguiendo la tendencia de estas nuevas tecnologías, la generación de aguas residuales va a ser una ventaja competitiva para todos aquellos que sepan ver "la energía que llevan dentro".



    Este post está especialmente dedicado a mi amigo Juan Francisco, un referente profesional para mí, y sobretodo un buen amigo al que acudir cuando se necesita apoyo y consejo.




    Referencias Bibliográficas y de consulta sobre el tema:


    Especiales agradecimientos a mis amigos y compañeros de CADE Engineering por la información aportada y por lo mucho que aprendo día a día con ellos. Ellos son los artífices de una de las tecnologías que expongo en el blog y que seguramente los llevará a lo más alto. 

    Además de la gente de CADE, me he puesto las pilas con este tema gracias a:

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    2. mUY INTERESANTE POST, BIEN DOCUMENTADO Y EXPLICADO, Gracias!!!

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      1. Mil gracias por sus comentarios, y más viniendo de un docente como usted. Tengo que confesar que en esta ocasión el mérito está mas en los profesionales que me apoyaron y asistieron en un tema tan apasionante. Un placer conocerle!!!

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